Esta receta es una joya familiar, no por su precio sino por que mi abuela la hacía cada año unos días antes de Todos Los Santos y repartía a toda la familia con su botecito de arrope y calabazate, por ello su valor es mayor aún, es de esas recetas de la infancia que cada vez que pruebas te recuerda a esa persona tan querida y a momentos añorados con ella.

Mi madre la siguió haciendo cuando mi abuela paterna faltó y he adaptado  la receta para Thermomix® , ya que es bastante larga de hacer a mano, removiendo mientras se cocina para que no se pegue y no queden grumos, ambas cosas son dos funciones básicas de la cocina con Thermomix® por lo que se hacen sin esfuerzo y quedan igual de buenas así, podemos recordar con el sentido del gusto esta receta tradicional y mantener esta receta que poco a poco se va perdiendo.

Poder recuperar recetas de siempre con Thermomix® siempre es satisfactorio y lo mejor puedo seguir esa tradición familiar con mis hijas.